27

Sep

2021

Artículo de opinión

En defensa del más débil. Sí, pero ¿cómo?

Debemos tener claro que la verdad no puede ser impuesta por nadie; se impone por sí sola, y quien la encuentra se siente atraído por ella. ¿Alguien diría que le gustaría vivir inmerso en la mentira?

Por Susana Raggio. 27 septiembre, 2021. Publicado en El Tiempo, el 26 de setiembre de 2021.

¿Cómo defender al débil sin caer en el sentimentalismo que, a veces, nos hace justificar los medios en aras de un fin laudable? En una cultura impregnada por un fuerte relativismo, es difícil reconocer y acertar con la verdad. Sí, la verdad, palabra que parece atemorizar, porque quien dice tenerla puede ser tildado de intolerante.

Antes que nada, debemos tener claro que la verdad no puede ser impuesta por nadie; se impone por sí sola, y quien la encuentra se siente atraído por ella. ¿Alguien diría que le gustaría vivir inmerso en la mentira?

Ahora bien, hablando de los más débiles de nuestra sociedad, ¿quién no querría defenderlos? Según las circunstancias, estos podrían ser el no nacido, los ancianos, las mujeres, los inmigrantes, y un largo etcétera. El deseo de ayudarles puede estar en el corazón de muchos y, a la vez, podemos sentir que nos faltan herramientas, reflexión y argumentos para promover una cultura que fomente el auténtico desarrollo de la persona humana, en todos los niveles, y que proteja a todos sin excepción.

En esta defensa es clave el concepto de dignidad de la persona, pues en aras de la ‘dignidad’ se quitan vidas, por ejemplo, con ‘la muerte digna’, como se llama al suicidio asistido o eutanasia; o se protegen vidas, por ejemplo, con las investigaciones para combatir enfermedades y dar calidad de vida a los enfermos.

¿Cómo es posible que la misma palabra sea tan ambivalente? Nuevamente, la respuesta se relaciona con el relativismo, arena movediza en la que nos hemos acostumbrado a caminar, sin buscar un punto de apoyo firme para asentar nuestras convicciones y actuar de acuerdo con ellas.

Por eso, me sorprendí gratamente cuando conocí la misión de la World Youth Alliance (WYA), la alianza de jóvenes más grande del mundo, que los entrena para promover la dignidad de la persona como algo intrínseco y universal del ser humano, desde la concepción hasta la muerte natural. En esta defensa no hay excepciones: todos somos valiosos y merecemos que se respete nuestra dignidad, por el simple hecho de existir, más allá de cómo existamos.

La WYA está en la UDEP desde el 2020. Ofrece entrenamiento certificado a los estudiantes para que puedan promover la dignidad de la persona desde distintas áreas:  la cultura, arte, educación, política, e incluso como voceros en organizaciones internacionales como la ONU o la OEA.

Ya se recogen los primeros frutos: 13 estudiantes son entrenadores de WYA y forman a otros jóvenes de Latinoamérica; y más de 50 están certificados. Lo mejor: cada uno, en su nivel, promueve este ‘humus’ que impacta positivamente en la vida de todos los que los rodean.

Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.

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